Podía ser una mañana cualquiera de verano, pero hoy siento que no será una mañana corriente, hoy es el día que empiezo mi blog!!! Que ilusión!!
Eso me lo cuentas años atrás, uf y ni me lo creo. Que cierto es eso de que no puedes decir de esa agua no beberé … Sonrío
Siento mariposas, y son de las buenas y bonitas.
Me acerco a esta ventana que me une a vosotros y entonces me siento FELIZ.
Necesitaba escribir y he decidido hacerlo desde este " trocito de mundo" que me acerca a vosotros.
Algunos ya me conocéis y os conozco a través de mi Facebook, y una vez más os tengo que agradecer la compañía, la generosidad y el cariño que me habéis demostrado. Otros estoy deseando que me conozcáis y conoceros. Siento inevitablemente pasión por las personas.
Si os digo que me llamo Malena, puede que solo os recuerde un título literario , "Malena es un nombre de tango" de Almudena Grandes. Sonrío. La verdad, es que Malena es una mujer corriente. Mi madre bromeando os hubiera dicho, que soy del "montón grande".
Nací en el campo, tal vez eso me hizo de campo. Adoro la naturaleza y siento que ella a veces hasta me guiña el ojo simplemente dejándose acariciar o contemplar.
Mis primeras palabras no fueron ni papá ni mamá, sino "Erri", que era una extraña palabra que pronunciaba con energía uno de mis labradores favoritos, y que soltaba a bocajarro, cuando quería que el caballo avanzara . Casi puedo recordar su tono y sobre todo lo que me hacía sentir.
Supongo que aquí fue la primera vez que me di cuenta que "contemplar la vida me daba vida" y que realmente es cierto que podrás olvidarte de las personas, pero nunca de lo que te han hecho sentir.
Mis primeras palabras no fueron ni papá ni mamá, sino "Erri", que era una extraña palabra que pronunciaba con energía uno de mis labradores favoritos, y que soltaba a bocajarro, cuando quería que el caballo avanzara . Casi puedo recordar su tono y sobre todo lo que me hacía sentir.
Supongo que aquí fue la primera vez que me di cuenta que "contemplar la vida me daba vida" y que realmente es cierto que podrás olvidarte de las personas, pero nunca de lo que te han hecho sentir.
Vivía rodeada de plantas, animales, mis perros y de arboles con ese olor a flor de naranjo que creaba escenarios dulces.
Los amaneceres estaban arropados con el cariño de mi padre, que me preparaba un chocolate caliente en invierno y me acercaba la ropa calentada frente a la chimenea.
Los atardeceres tenían el sabor inconfundible del amor de una madre de posguerra, de aquellas que escuchaban algún programa radiofónico, como "Elena Francis", en él que la atención no estaba en aprender consejos, sino en aprender a no utilizarlos, sonrío.
Aquellas tardes terminaban con nuestras charlas, en las que yo sentada en el suelo frente a la chimenea, la miraba tranquila y reconfortada aprendido lecciones de vida.
Así que la vida pasaba, y no seguía del todo igual. Las estaciones cambiaban, pero había etapas que parecía que no se cerraba, se hacían eternas. Pero aprendí que si podía cambiar la forma de vivirlas y sobre todo sentirlas.
Los amaneceres estaban arropados con el cariño de mi padre, que me preparaba un chocolate caliente en invierno y me acercaba la ropa calentada frente a la chimenea.
Los atardeceres tenían el sabor inconfundible del amor de una madre de posguerra, de aquellas que escuchaban algún programa radiofónico, como "Elena Francis", en él que la atención no estaba en aprender consejos, sino en aprender a no utilizarlos, sonrío.
Aquellas tardes terminaban con nuestras charlas, en las que yo sentada en el suelo frente a la chimenea, la miraba tranquila y reconfortada aprendido lecciones de vida.
Así que la vida pasaba, y no seguía del todo igual. Las estaciones cambiaban, pero había etapas que parecía que no se cerraba, se hacían eternas. Pero aprendí que si podía cambiar la forma de vivirlas y sobre todo sentirlas.
Me fue muy bien refugiarme en esas pequeñas cosas de la vida, que están a disposición de cualquiera que desee disfrutarlas. Me gustaba y me sigue gustando vivir esas pequeñas cosas de la vida como si fueran grandes, porque creo firmemente que lo son. Cosas como sentir la lluvia en la cara, oírla en el tejado desde la cama, verla tras unos cristales … son regalos que no necesitan ni papel ni lazo.
Hubo muchas emociones que me hicieron sensible a las sensaciones.
Pienso que la ilusión en no perderla nos da toda la fuerza necesaria para no solo seguir, sino incluso para no parar.
Aprendí que la soledad no es estar solo, es sentirse solo.
Amo a las personas. Pienso que lo que realmente vale no son las cosas que tenemos, sino las personas con las que las compartimos. No es tener mucho, sino aprender a sentir que lo que tenemos es todo lo que necesitamos.
Deseo acompañaros y poner a vuestra disposición, de alguna manera desde esta ventana que nos acerca, mis reflexiones y todas las pistas que he ido descubriendo en mi día a día.
No olvidemos que la vida da muchas vueltas, los momentos complicados se difuminan o incluso desaparecen, y que nuestra actitud es y será casi todo lo que necesitamos para sentirnos mucho más felices.
Solo hace falta querer andar hacia adelante, a veces con paso firme, a veces arrastrando los pies, pero siempre recordando que si damos ese primer paso … todos los demás vienen solos.
Hubo muchas emociones que me hicieron sensible a las sensaciones.
Las etapas no se cerraban, pero la forma de vivirlas y sentirlas, inevitablemente lo hicieron.
Mis padres decidieron que sería mejor empezar una nueva vida en la ciudad. El campo solo
se reservó a partir de entonces, para los fines de semana y las vacaciones.
En el camino hacia el encuentro con la nueva vida en la ciudad, no disfrutaba del paisaje , solo tenía la necesidad de querer llenar mi mochila con todo lo que salía al paso.
Despedirse para volver puede difuminar las ganas de llorar, y con mis lágrimas a medio camino seguía cantando las canciones de moda.
Mis padres decidieron que sería mejor empezar una nueva vida en la ciudad. El campo solo
se reservó a partir de entonces, para los fines de semana y las vacaciones.
En el camino hacia el encuentro con la nueva vida en la ciudad, no disfrutaba del paisaje , solo tenía la necesidad de querer llenar mi mochila con todo lo que salía al paso.
Despedirse para volver puede difuminar las ganas de llorar, y con mis lágrimas a medio camino seguía cantando las canciones de moda.
Recuerdo aquella primera mañana de colegio. Aquel colegio era tan grande ... que yo me sentía muy pequeña; ahora entiendo que demasiado. Las niñas iban de uniforme y aunque parecían iguales, eran muy distintas. Me acerqué a luna de ellas, pero creo que mis dos trenzas no le gustaron. Sin soltar palabra tiró de ellas y se apartó. Unos minutos más tarde, otra niña morenita, muy simpática, me dijo algo tan simple como: "¿Quieres ser mi amiga?", y yo sin pensarlo, le cogí la mano y nos prometidos fidelidad para el resto del curso. Sonrío.
Estoy haciendo memoria de si viví la adolescencia o fue la adolescencia que vivió en mí.
No era muy agraciada, incluso algunas decían que era feúcha y además en aquellos años estaba un poco gordita.
No era muy agraciada, incluso algunas decían que era feúcha y además en aquellos años estaba un poco gordita.
Pasaron días, meses y años...
Pasó la infancia, la adolescencia, la juventud … cumplí décadas … sonrío
Ser madre muy joven y de tres hijos, estudiar con ellos, conciliar vida familiar con los inicios de un despacho profesional, tener un accidente grave de coche estando embarazada y ser cuidadora de mi madre, fueron algunos de los acontecimientos que me ayudaron a crecer interiormente, a aprender a reconocerme y a gestionar mis emociones para no solo sobrellevarlas, sino llevar y habitar con alegría mi día a día.
Me gusta no caer en la tentación de dejar vencer siempre a la razón, creo que es bueno escuchar lo que dice nuestra intuición y ese latido interior.
Pienso y confío en que las emociones pueden ser muy inteligentes. Sonrío.
Si pudiera definirme no lo haría, creo que es una labor complicada, porque nuestras propias definiciones pueden ser temporales, todos podemos cambiar y la vida nos cambia, la gran mayoría de veces para bien. La experiencia son puntos decía mi padre. Sonrío.
Catalogarnos a nosotros mismos, tal vez sea contraproducente, porque a veces vemos unos límites que no existen. Todos podemos brillar, simplemente siendo la mejor versión de nosotros mismos. Dedicar tiempo a reconocer nuestros errores y aprender de ellos. Buscar nuestras fortalezas y pasarles el paño para que estén relucientes. Sonrío.
Pasó la infancia, la adolescencia, la juventud … cumplí décadas … sonrío
Ser madre muy joven y de tres hijos, estudiar con ellos, conciliar vida familiar con los inicios de un despacho profesional, tener un accidente grave de coche estando embarazada y ser cuidadora de mi madre, fueron algunos de los acontecimientos que me ayudaron a crecer interiormente, a aprender a reconocerme y a gestionar mis emociones para no solo sobrellevarlas, sino llevar y habitar con alegría mi día a día.
Me gusta no caer en la tentación de dejar vencer siempre a la razón, creo que es bueno escuchar lo que dice nuestra intuición y ese latido interior.
Pienso y confío en que las emociones pueden ser muy inteligentes. Sonrío.
Si pudiera definirme no lo haría, creo que es una labor complicada, porque nuestras propias definiciones pueden ser temporales, todos podemos cambiar y la vida nos cambia, la gran mayoría de veces para bien. La experiencia son puntos decía mi padre. Sonrío.
Catalogarnos a nosotros mismos, tal vez sea contraproducente, porque a veces vemos unos límites que no existen. Todos podemos brillar, simplemente siendo la mejor versión de nosotros mismos. Dedicar tiempo a reconocer nuestros errores y aprender de ellos. Buscar nuestras fortalezas y pasarles el paño para que estén relucientes. Sonrío.
En estos últimos años, dediqué tiempo, espacio y corazón, no solo a convivir con el Alzheimer de mi madre, sino a buscar esa lectura no fácil pero linda, de que de todo se aprende, y que de todo se sale. Querer es poder.
A veces en los momentos tan complicados, te enfadas con el destino, y aunque cuesta comprenderlo y aceptarlo, suele ser un auténtico aprendizaje de vida. En el caso de mi madre, acompañándola me acompañó. Cuidándola me cuidó.
Todo fue mucho más fácil de lo que imaginé, conseguí conciliar despacho laboral, mis tres hijos, y ser su compañera de viaje en los hospitales, convirtiéndolos en nuestras estaciones de vida.
A veces en los momentos tan complicados, te enfadas con el destino, y aunque cuesta comprenderlo y aceptarlo, suele ser un auténtico aprendizaje de vida. En el caso de mi madre, acompañándola me acompañó. Cuidándola me cuidó.
Todo fue mucho más fácil de lo que imaginé, conseguí conciliar despacho laboral, mis tres hijos, y ser su compañera de viaje en los hospitales, convirtiéndolos en nuestras estaciones de vida.
Pienso que la ilusión en no perderla nos da toda la fuerza necesaria para no solo seguir, sino incluso para no parar.
Aprendí que la soledad no es estar solo, es sentirse solo.
Amo a las personas. Pienso que lo que realmente vale no son las cosas que tenemos, sino las personas con las que las compartimos. No es tener mucho, sino aprender a sentir que lo que tenemos es todo lo que necesitamos.
En ese tiempo pude hacer mío el lema de vive y deja vivir. Mi fuerza está ahora en ver siempre "no solo puertas cerradas, sino puertas pendientes de abrir"; y si algo no olvido es que la vida es como andar en bicicleta, si se quiere mantener el equilibrio... se tiene que seguir avanzando.
Me haría muy feliz seguir avanzando con vosotr@s, sin esperar nada más que aprender a llegar allí donde las cosas buenas y bonitas a veces llegan y se quedan......en el ❤️.
Deseo acompañaros y poner a vuestra disposición, de alguna manera desde esta ventana que nos acerca, mis reflexiones y todas las pistas que he ido descubriendo en mi día a día.
No olvidemos que la vida da muchas vueltas, los momentos complicados se difuminan o incluso desaparecen, y que nuestra actitud es y será casi todo lo que necesitamos para sentirnos mucho más felices.
Solo hace falta querer andar hacia adelante, a veces con paso firme, a veces arrastrando los pies, pero siempre recordando que si damos ese primer paso … todos los demás vienen solos.
Andamos? Sonrío …