“¿Pero cuántos días te vas?”-le pregunta una mujer con voz y gestos de pocos amigos a la modista que estoy esperando para unos arreglos.
“Pues... voy a estar unos días.” -le contesta casi titubeando, como el que no se atreve a afirmar algo de forma clara y segura.
“Vaya, no creo que sea buena idea.”-afirma rotunda la clienta.
“Es que…”-le intenta contestar la modista pero no le deja continuar...
“Así se puede perder lo que tienes”-le dice la clienta interrumpiéndole- (entiendo que refiriéndose a sus clientes) sonrío.
En este momento, la modista da muestras de su inteligencia emocional y con tono de humor, le dice: "Carmen, que no huyo que sólo me escapo unos días".
Ya sabéis que las cosas que me ocurren en mi vida cotidiana siempre terminan por darme pistas para encarar situaciones de la vida. Curiosamente estos días he oído unas cuantas veces la palabra escapada y hace poco que he llegado de mi "escapada" a Granada. Sonrío
Bueno lo cierto es que esta coincidencia me ha hecho pensar en si consigo no solo ver la diferencia entre huir y escapar, sino en reflexionar sobre la necesidad de hacerlo.