Están llamando a la puerta tan insistentemente que pienso que debe ser alguno de mis hijos que me esta gastando una broma.
Miro para asegurarme en el portero y me doy cuenta que es una vecina.
Inesperada visita, sonrío... Abro la puerta y como Pedro por su casa entra en la mía y sin muchas contemplaciones avanza buscando algo, todavía no se que es, y me dice que mi baño le está dando humedad al suyo. Intento explicarle que no me he dado cuenta, pero que por supuesto si es así pondré solución lo más rápido posible.
Ella parece que quería que le pusiera solución algo más rápido, porque sigue enfadada. Intento suavizar el momento pero sus gestos y su voz no acompañan a la cortesía. Os prometo que inició la cuenta atrás y cuando estoy en 50, pienso chica para un momento.., un poquito de por favor... Sonrío.
Pero entonces me acuerdo de una cita de Platón que dice algo así como "sé amable, pues cada persona que te cruzas puede estar luchando una ardua batalla, de la que nosotros no sabemos nada".
Ahora me doy cuenta que el problema no era el problema, y que la solución que yo le daba no era la solución, porque el problema no era esa humedad en su casa, sino que necesitaba "poder vocear" para descargar su rabia o impotencia por algo que le estaba ocurriendo en su vida .
Tal vez puedo ayudarla, pero no llamando al seguro del hogar, que por supuesto lo haré, sonrío, sino además dedicándole un tiempo no solo a oírla sino a escucharla.
Intento hacerla pasar más allá del pasillo y le ofrezco sentarnos un ratito y aprovechar para compartir ese café que yo estaba a puntito de tomar.
Siempre he defendido que las palabras y las actitudes amables no cuestan nada pero valen mucho.
A veces es fácil olvidar el poder de las palabras amables como vehículo de encuentro con otra persona.
Estábamos compartiendo el CAFÉ de la PACIENCIA, este que dicen que no solo es de sabor agradable al paladar, sino que deja su su aroma en el alma de quien la recibe y disfruta.
Creo que la he descolocado. Sonrío Cuando recibimos una actitud inesperada de nuestro interlocutor, la gran mayoría de veces nos desmonta el guión. No esperábamos esa reacción y entonces ya no buscábamos vencerle sino convencerle.
Ella ha pasado a estar menos rígida, va acomodándose en el sofá y sostiene la taza casi sin prisa. Se acerca la taza y la huele, ahora se deja intuir que ha esbozado una sonrisa y aquí es cuando me doy cuenta de que "la paciencia y la tolerancia es el camino a la alegría, tranquilidad y paz interior".
Si es que ya me lo decía mi padre, la paciencia infinita puede dar resultados inmediatos, sonrío.
La verdad casi he olvidado de que yo tenía mucha prisa, aunque todavía la tengo, sonrío, así que “vamos a intentar mantener una buena conversación, que agote el tema y no los interlocutores” (Winston Churchill).
Ahora puede ser el momento de intentar emplear palabras como: “si”, “ya”, “entiendo”, “claro”, “verdad”, “bien”, “desde luego”...
Es que es tan importante demostrar interés en la persona que nos habla!!! Demostrarle que nos importa lo que nos tiene que decir.
Si es que es cierto eso de que dar es recibir y vale la pena regalar esos minutos. Tal vez deberíamos dejar de buscar excusas para no oír al corazón.
Ayuda tanto ponerse en la otra piel y dar solo lo que elegiríamos recibir para ayudarnos a fabricar momentos con esa paz y alegría que hacen que un día normal no sea un día corriente.
Así que hemos empezado a dedicarnos unos minutos a conocernos un poquito y efectivamente había un tema que le preocupaba más que las tuberías.
Ese café me ha sabido a gloria porque una vez más me doy cuenta de la importancia de hacer un stop y escuchar a los demás. Incluso pensamos que somos nosotros los que ayudamos y es la otra persona quien nos ayuda a nosotros.
La amabilidad no tiene fecha caducidad, la amabilidad que regalaste tiene el efecto secundario de quedarse en algún lado del pensamiento o del recuerdo de la persona que lo recibió.
Ese es el motivo de que hoy ponga estas fotos de mi paso por #Sevilla ... Un olé por la amabilidad de esa ciudad y de su gente. Gracias!!!
Y lo mejor es que para ser amables no hay una cantidad mínima ni máxima, no se mide en metros no se pesa por kg.
Me gusta y apuesto por lo que leí que le atribuyen a Teresa de Calcuta, y dice :
"Las palabras amables pueden ser cortas
y fáciles de decir, pero sus ecos son infinitos".
Y si pienso en una palabra que me provocáis es... #GRACIAS por pasaros por esta ventana con vista al alma.
Os deseo a tod@s una semana llenita de algo tan bonito como es sentir en primera persona... "DAR y RECIBIR dosis de AMABILIDAD".