“¡Hola María! Dónde vas con esas prisas?“ -le pido sonriendo mientras la veo avanzar directo hacia la salida, con una caja debajo del brazo apoyada en la cintura y el bolso a medio colgar-
“Hola y adiós Malena, lo siento pero no estoy para explicaciones.” -me contesta tan rápido que no sé si la he entendido bien-
“Carolina,¿tú también hola y adiós?” -le pido a otra compañera de la recepción, ya esperando cualquier cosa-
“Ni te imaginas la que se ha armado aquí.” -me adelanta, y sigue en voz bajita-
“El jefe le ha pedido un documento y ella se ha puesto en pie y SIN MÁS ni MENOS... lo que has visto.” -me responde Carolina-
“Hombre Carolina, sin más ni menos... ¿Algún motivo más debía tener no? O tal vez hoy le había pasado algo en casa y estaba más nerviosilla…” -le respondo-
“Pues ni lo sé ni me importa, con lo mío tengo bastante.” -sigue Carolina como si se sintiera hasta aliviada por la partida de María-
No insisto en el tema, me despido de ella y entro al despacho de mi cliente.
Como no soy de preguntar más de lo que a mí me gustaría responder... ni menciono lo que he presenciado y él intenta demostrar que "aquí no ha pasado nada".
A veces la apariencia de normalidad es un alivio para el que vive una situación ajena y que no quiere convertirla en propia.