lunes, 30 de mayo de 2016

¿Y TÚ por qué te CALLAS?


Son las 2 y he llegado la primera!!!
¿Y eso a quien se lo puedo contar?
Uf creo que si lo cuento a alguien conocido no me cree... Sonrío.
A ver si será cierto que "querer es poder"!
Esta comida me hace tanta ilusión...
Holaaaaa!!!” -le digo a esa primera amiga que ahora mismo acaba de llegar-
Pero bueno, ¿tú la primera?” -me dice María mientras nos damos dos besos y un abrazo-
En un momentito van llegando todas las demás y la mesa ha dejado de parecerme tan grande.
En un plif plaf ya nos van trayendo cositas para picar y así como vamos comiendo, vamos poniendo en marcha los "motores".
Estas comidas dan para hablar de muchos temas pero siempre hay alguno de ellos que  crea más polémica y más desencuentros.
Uishh casi no nos gusta hablar!!! Sonrío.
Es que ‘ella’ siempre tiene que provocar indirectamente algún malentendido entre Toni y yo” -se queja Alicia, haciendo referencia  a su suegra, con esa dulce voz que insinúa algo pero que no quiere ni insinuar-.
Pues tienes suerte, la mía no provoca nada indirectamente chica, la mía es que me dice directamente cada cosa... Que pa' que, y me cogen unas ganas de decirle cuatro cosillas yo a ella…” -responde Lola, una sevillana con un arte que no se lo termina-
Yo ni me hablo con ella” -afirma rotunda Pilar mientras coge el vaso para beber y sobre todo para "callar"-
Y claro como en la vida para gustos colores, ahora toca el turno de las que aún no hemos tenido malas experiencias. ;).
Ya tenemos servida la polémicaaaa!!!

Sin movernos del sitio la mesa se ha dividido en dos equipos o bandos... Sonrío mucho.

En eso que en uno de esos rifi rafe sobre las posibles soluciones, una dice: “pues, ¿sabes lo que te digo?... ¿Y TÚ por qué te CALLAS?” Inevitablemente Antonia siempre consigue hacernos sonreír, ya no por lo que dice sino por como lo dice. La sobremesa ha sido larga, tanto que ya está atardeciendo.

Hace una temperatura muy agradable, la verdad es que invita a pasear. El puerto está cerquita, así que he pensado en acabar la tarde disfrutando del ambiente marinero.

Ese "¿Y tú por qué te CALLAS?" de Antonia me ha hecho pensar tanto en los beneficios de saber callar como en las desventajas de hacerlo. Parece un tema simple y sencillo.

A la pregunta de "y porque nos callamos?", tal vez podemos responder que por: miedo, ignorancia, pereza... o simplemente porque SI.

Lo que está claro es que no es tan fácil decidir lo que debemos callar y lo que podemos decir.

A unos más y a otros menos nos ha pasado, que nos arrepentimos de alguna de las dos cosas, y hacemos conjeturas de que hubiera ocurrido si hubiera dicho o me hubiera callado esto o aquello.

Tal vez, el secreto esté en descubrir cuándo, cómo y qué podemos decir y porqué lo queremos decir.

Como casi siempre la teoría resulta más fácil de aprender que ponerla en práctica. Ayuda poder consultar en el "archivo de las experiencias propias o ajenas". Está claro que las muy buenas o muy malas saldrán nada más pensar en ellas, porque pertenecen a la subcarpeta de conocimientos adquiridos. Sonrío.

Ya decía Honoré Balzac que "El buen gusto reside tanto en el conocimiento de  las cosas que deben callarse como en las cosas que deben decirse".

Lo cierto es que la gran mayoría de veces cuando nos callamos, los demás  no saben ni que pensamos ni que sentimos, y  probablemente suponen más  de lo que nos gustaría, pero sobre todo ... mucho más de lo que conviene.

Algo que nos puede ayudar, es no olvidar, que en según qué casos, lo que siempre es cierto es que el "que calla parece que otorga".

Sabemos que callarse también tiene sus ventajas, hay mucha gente que piensa que se arrepiente más de haber hablado que de haber guardado silencio.

Y que tal como apuntaba Sigmund Freud "uno es dueño de lo que se calla y esclavo de lo que habla".

Pero no es bueno que apaguemos por miedo, nuestra necesidad de exteriorizar lo que pensamos, porque eso no es tan simple como apagar un clásico interruptor. A la mínima que se repita la situación... plaf vuelve a encenderse el piloto de alarma.

No escatimemos medios para expresar, eso sí con modales (que decía mi madre), y en forma adecuada a cada situación y persona, aquello que pensamos y sentimos, porque probablemente influirá en la forma de actuar de los demás con nosotros.

El día a día está llena de formas y maneras de hacerlo, y resistirnos puede quitarnos la oportunidad de llegar a los corazones de las personas que realmente nos importan.

Tanto si elegimos callarnos como si no, lo bueno sería hacerlo desde la convicción de haber sopesado los pros y los contras tanto para nosotros como para los que la reciban o "padezcan", y así tomar una decisión desde esa responsabilidad.

Os confieso que apuesto por la comunicación emocionalmente rentable, que es aquella que persigue y consigue llegar al corazón, sobre todo  porque "podemos olvidar muchas cosas pero nunca lo que alguien nos hace sentir".

Ahora ya me puedo callar un ratito, sonrío, solo me reservo una línea para desearos y os deseo, una semana relinda a tod@s!!!