lunes, 27 de junio de 2016

Ni ESTO, ni ESO, ni AQUELLO...


¿Cuánto tiempo hace que espera?” -me pide una chica muy guapa en tono muy seco en la consulta del dentista-
Pues hace un buen rato. Hubo una visita muy larga pero ahora parece que están pasando rapidito” -le digo para intentar tranquilizarla-
Uf No sé, no sé si ahora se da tanta prisa igual es que se cansó con esa visita larga y no nos prestará atención” -prosigue ella-
Bueno vamos a pensar que estos últimos pacientes tenían tratamientos rápidos.” -le digo sonriendo en otro intento de quitar tensión al momento-
Pero sigue en un pin pon de frases negativas que al final casi ha conseguido ponerme negativa a mi, es el prototipo de personas que "ni esto, ni eso, ni aquello", porque nada les va ni les parece bien, y me cogen unas ganas de decirle: “Uishhh chica que agobiooo”.


Pero en este momento me acuerdo de que lo mismo que la actitud de los demás nos influye en la nuestra, esa nuestra puede lograr influir en la de los demás. Así que voy a intentar que en lugar de que ella logre contagiarme su negatividad, dar la vuelta a la tortilla e intentar al menos contagiarle alguna sonrisa hablando de temas que en la gran mayoría de ocasiones "funcionan".

En este caso no ha tenido mucha trascendencia en mi vida porque simplemente ha sido una persona que circunstancialmente me he encontrado en el dentista y que las probabilidades de reencontrarnos son casi nulas.

Pero casi todos tenemos cerca algún tipo de personas que siempre lo ven todo "oscurito", que en vez de ver el vaso medio lleno, lo ven siempre medio vacío, que buscan la cara triste de sus vidas para poder quejarse de todo o de nada, pero desean quejarse. Incluso si nos fijamos, cuando de forma espontánea actúan olvidándose de que son así y sonríen, parece que se dicen "stop", este no es mi rol.

Si estas personas son prescindibles y evitables, probablemente todos las evitamos, evitaremos o evitaríamos, sonrío. Pero a veces no es tan fácil porque pertenecen a nuestro entorno familiar, a nuestro mundo laboral,... y debemos intentar sobrevivir a sus pataletas emocionales.

En estos casos siempre es muy importante no olvidar que la forma cómo actuamos nosotros con ellos puede acentuar o controlar su forma de actuar.

La realidad es que a unos más que a otros, nos resulta difícil seguir como si nada una conversación con esta "condimentación". Son personas capaces de robarnos la calma con más facilidad de la que quisiéramos. Pero lo cierto es que es muy gratificante no solo sobrellevar la situación, sino conseguir verlos de mejor humor.

Los resultados de nuestro esfuerzo suelen ser rápidos, porque no olvidemos que nos contagiamos de las emociones que percibimos.

¿Cuántos de nosotros lloramos o reímos con una película o nos vemos afectados por las demostraciones de dolor o alegría ajena?

Otra cosa importante es la influencia que podemos causar en los demás asignándoles inconscientemente una característica buena o mala.

Si alguien sabe que le consideramos "cascarrabias", probablemente seguirá dándonos motivos para que sigamos pensando lo mismo, simplemente porque da por hecho que es lo que se espera de él y que poco puede hacer para desprenderse de esa etiqueta.

Si por el contrario reforzamos algo bueno que tenga, como decirle "que manitas eres", la persona no querrá perder esa buena percepción que tenemos de ella y seguirá actuando desde su convicción que puede seguir demostrando sus aptitudes.

Por eso en los casos de personas negativas, el hecho de no mencionar o recordar que lo son, ya supone una gran ayuda para que ellos no tengan que mantener esa negatividad, ese rol o esa etiqueta.

Llegados a ese punto de mi autoreflexión no puedo evitar dar la importancia que creo que se merece, a los beneficios y efectos de nuestras sonrisas en los demás.

Así que en estos casos una vez más apuesto por sustituir el "vete a la porra" por coger aire y dejar que un simple silencio acompañado de una sonrisa les provoque una sacudida que les desmonte. Es como... ¿y ahora qué le pasa a este/a? ¿Porque no consigo ponerle de moños?

Si es que realmente siempre he pensado que mi padre tenía razón cuando decía, que: “De lo que nos cuesta poco tendríamos que querer dar mucho, porque a veces puede ser un montón”. Sonrío.

Os deseo una semana relinda llena de sonrisas para dar y regalar a todas aquellas personas que a veces se empeñan en robárnoslas.