lunes, 11 de julio de 2016

¿O sales o entras?


Javierrrrrrrrr” -grita una madre en la playa, mientras sostiene una niña de ojos negros que no “pierden detalle-
No puedo con él” -prosigue girando la cara hacia una chica un poco pelirroja que se está recogiendo el pelo y que parece que no le presta mucha atención-
Javierrrrrrrrrr” -insiste unas cuantas veces más -
Uf, creo que o bien Javier no la oye, o prefiere no oírla, lo cierto es que al final nos vamos a animar todos los que estamos allí a llamar a coro a Javier, sonrío.
Si es que me tiene frita, nunca sabe qué hacer, es un niño tan indeciso que hasta para entrar en el agua... ya ves ... ni entra ni sale” -sigue contándole a la chica pelirrojita-
Y justo en el momento que termina esta frase, Javier se acerca y la madre le pregunta con voz de noooo puedoooo mássss: “¿O SALES o ENTRAS?

Ya sabéis que soy de las que pienso que las escenas cotidianas dan para mucho y sobre todo para coger de ellas ese aprendizaje de vida que nos viene con la vida misma.

¿Realmente porque  nos cuesta tanto a veces DECIDIRNOS?
Hoy he visto un trailer de una película en la que uno de los actores pregunta al otro: “¿y tú qué haces para ser feliz?”  y ese otro le contesta: “Tomar DECISIONES.

A veces  no es tan fácil decidirse y hacemos como Javier, ni entramos ni salimos del "agua". En ocasiones por no "mojarnos", pero sobre todo por temor a equivocarnos.
Pienso en los motivos de porqué aplazamos tomar esas decisiones.

He preguntado a varias personas de muy diferente edad, condición social, estado civil...  y muchos me han confesado que es por miedo a la responsabilidad individual y personal que eso representa.

Tal vez  resulta más cómodo buscar en nuestro entorno a personas que nos ayuden a decidirnos. Buscamos el apoyo o la reafirmación de nuestras decisiones en esas respuestas ajenas, la ayuda necesaria no solo para deshojar la margarita, sino  también para sentir que la responsabilidad es compartida.

En estos casos no nos vale cualquier persona, es importante elegir muy bien a quién contar, explicar, compartir o pedir ayuda para decidir. Ante todo sería bueno identificar si pueden tener intereses contrapuestos e incluso enfrentados a los nuestros.

En estos casos es muy difícil ponerse en los zapatos de los demás si los suyos le hacen o le han hecho "ampollas". Por eso aceptemos que no todas las personas quieran o puedan ayudarnos a decidirnos.

Ahora me acordaba de una chica que insistía en que su principal miedo era uno de los más frecuentes: la repercusión de nuestras decisiones en terceros . En esos casos es muy importante valorar si esos terceros se merecen que los tengamos en cuenta.

A mí personalmente cumplir décadas me ha regalado algún que otro tropiezo, pero también la convicción de que si con esa decisión me caigo no pasa nada, las heridas "escuecen" un rato y nos ayudan a mirar mejor donde ponemos los pies.

Lo importante es que no nos cansemos de aprender y si para eso hemos de desaprender... pues desaprendamos todo lo que haga falta.

Cuando nos cuesta tanto decidirnos, pienso que lo primero que deberíamos decidir es si es necesario hacerlo.

Otra cosa que nos puede ayudar, es no pensar que las decisiones son para siempre, meditar sobre la temporalidad de esa decisión, puede aliviarnos de cargas emocionales.

Incluso si ya hemos tomado una decisión, nada ni nadie nos tendría que hacer pensar que pase lo que pase debemos seguir adelante con ellas. En la gran mayoría de casos  las decisiones no son inamovibles.  

¿Y si no te has decidido ....por algo será, no? No te autocastigues con recriminaciones. Recuerda que cuando no sabes qué DECIDIR, no decidas NADA.

Seguro que un buen día y casi por arte de magia te darás cuenta que era mucho más fácil decidir de lo que jamás habías imaginado. Qué no había ni tantos peligros, ni más limitaciones que las que a veces presuponemos.

Como ya debo ir terminando, os voy a confesar lo que me digo a mí misma:
"Malena, quédate a solas de verdad con tu verdad y seguro que será fácil no intuirla sino cogerla y correr con ella, como cuando cogía al vuelo aquel pañuelo de uno de mis juegos de niña."

Decídete por lo que te hace ser mejor persona.
Decídete por lo que no reste sino sumé.
Decídete por lo que te haga ser y sentir feliz.
Decídete por lo que te quita el frío del corazón.
Decídete ante todo por lo que te haga recordar que vivir no es sobrevivir.

Os deseo una semana relinda a tod@s llena de decisiones e indecisiones que nos ayuden a darnos cuenta de que...
PODEMOS DECIDIRNOS y cometer errores.
FALLAR en nuestra DECISIÓN.
Mandarlo todo a la porra y DECIDIR OTRA COSA si es necesario...
Que en serio... NO PASA NADA.